domingo, 29 de junio de 2014

Volver... A NZ

Bueno...
Ya queda poco. No me refiero al viaje, pues ya sabrán que terminó. Me refiero a la escritura, a terminar de redactar lo último que viví en NZ.

En algún momento le dije a una persona: "Me parece que esta última parte del viaje estuvo de mas". Me equivoqué totalmente. Esta última parte fue quizá la mejor de todas, la mas intensa, donde pude evitar trabajar y dedicarme a pasear, vivir, recorrer.

Esta última parte fue la que me hizo dar cuenta que el viaje debía llegar a su fin. Nada mas importante que cumplir los ciclos. Las cosas no se deben terminar abruptamente ni dilatar mas de lo necesario. Si se terminan antes, se sufre, se llora, da bronca irse. Si se dilatan, también se sufre, se angustia, la soledad empieza a pesar demasiado.
Digamos que un viaje se rige de forma parecida a una de las principales leyes de la economía capitalista: la ley de los rendimientos decrecientes. Mientras el viaje siga generando satisfacciones, se debe continuar. Se alcanzará un punto en donde el viaje ya no genera satisfacción. Ya cansa, aburre. Allí es el momento de "vender".


Empecemos...!:
Poner mis pies en NZ nuevamente fue una satisfacción enorme. Era volver a casa, volver a mi vida, a reclamar lo que era mio, mis cosas, mis amigos, mi moto.
Todo se siente distinto, todo es fácil y familiar. Pasar migraciones como una puerta giratoria, saber donde para el bus y el ferry, tener plata para pagarlo, saber a donde ir a dormir, mirar con cierto grado de soberbia a quienes recién llegan y están nerviosos, desorientados, perdidos, sin saber que hacer, ni donde ir, ni donde comprar, ni que comer. La soberbia es un sentimiento malo, pero es lo que se siente...

La llegada coincidió con el 31 de Diciembre de 2013. Pasé año nuevo con unos amigos en las playas de la Isla Waiheke.

Estuvo la opción de trabajar. Se puede trabajar sin visa de trabajo. Pero la verdad que no tenía ganas. La mañana que me tenía que presentar en el puesto a trabajar, decidí que no iba a ser feliz haciéndolo, así que no fui.
Me dediqué a hacer vida de hostel, boludear, cocinar, etc.



Luego de la isla, había que seguir viaje. Nunca viene mal una pasadita por Wellington para ver gente y seguir cocinando:



Pero ahora si, basta de boludeces. Es hora de volver a donde dejé mis cosas y continuar con EL viaje.
George, con quien viví durante el invierno y luego me cuidó la moto y mis cosas durante el verano.