viernes, 16 de agosto de 2013

Un año

En algún momento en el tiempo
y por algún lugar del espacio
bajo la luz divina del dios todopoderoso Sol,
existió un planeta llamado Tierra.
De todas las especies y formas de vida que lo habitaban,
una sobresalió entre todas las demás.

Esta pudo así controlar los destinos del planeta,
pero solo por un corto tiempo.
Estos seres, auto-denominados humanos,
demostraron ser muy injustos consigo mismos,
siendo la única raza que se extinguió
matándose los unos a los otros,
dando paso así a una siguiente
especie, las Hormigas
quienes sostuvieron el liderazgo hasta el final.



Hoy se cumple un año desde que partí de Argentina hacia mi destino, Nueva Zelanda. Creo que ya lo comenté alguna vez, pero fue una especie de salto de fé. Vine sin tener idea de hacia donde estaba yendo. Vine con un pasaje de regreso a los 3 meses (el cual perdí por suerte). Vine con un montón de guías e información acerca del país, la cual me tuve que meter en el orto, pues todo iba a ser muy distinto...
Vine con la idea de llevarme a un país y su gente por delante, trabajar haciendo lo mismo que hacía en Argentina, hacer plata, seguir siendo el mismo porteño arrogante, "total yo estudié un montón y acá son todos ignorantes, ¿no?".
Vine con un cierto grado de agresividad (basta con solo leer mis primeros post para notarlo).

Todos ellos y cada uno de los pre-conceptos que tenía tuve que envolverlos en un sobrecito, enrollarlo, y meterlo junto a las guías de viaje...

Iba a obtener a cambio algo que no tiene precio. Como un tesoro que recibe una persona perdida en una isla, o un oasis de agua dulce en el medio del desierto caluroso.


Los paisajes y la vida al aire libre acá son increíbles, sin embargo...

Yo extraño mi ciudad.
Las luces de mi ciudad.
Su brillo, su resplandor.
No puedo olvidar
las luces de mi ciudad.




"La vida es corta, no te va a esperar
Si te quedas ahí sentado
El futuro te podría alcanzar".